sábado, 11 de abril de 2009

La medicina en el arte: The doctor


The doctor: Una semblanza iconográfica de Sir Luke Fildes (1891), conservada en la Galería Tate de Londres, que despierta los más gratos recuerdos de la mística con que se ejercía la profesión médica hasta hace algunos años.

En plena época victoriana, el médico parece esperar la crisis de la enfermedad del niño enfermo, después de una noche en vela (la claridad del alba parece vislumbrase por las rendijas de la ventana cerrada). En actitud meditabunda, la mano en el mentón, reclinado sobre el paciente parece estar dispuesto a esperar el tiempo que haga falta hasta el desenlace de la enfermedad que le ha obligado a pasar la noche fuera de casa.

El niño enfermo, duerme en una improvisada camilla sobre dos sillas. Una taza de café o té sobre la mesa. Un frasco de jarabe medio lleno. La madre derrumbada y agotada por la angustia y la espera, recuesta su cabeza sobre la mesa. En la penumbra del fondo, el padre se mantiene de pie y coloca su mano en el hombro de la madre, en un intento de confortarla y de buscar apoyo. Su mirada parece estar más atenta de la expresión de la cara del médico que de su hijo.

Impresionan dos cosas de este cuadro, por lo difícil que resulta lograrlas en situaciones parecidas: de un lado, la serenidad del médico ante una situación grave, que parece comprometer seriamente la salud del enfermo y de otro, la capacidad de esperar el desenlace de la enfermedad cuando se ha hecho ya todo lo que era posible hacer en una circunstancia determinada.

Cuando hago consultas a domicilio en casos urgentes o visito a pacientes terminales gravemente enfermos, esta imagen siempre me viene a la cabeza y me gustaría que con el recuerdo también se me proporcionaran las cualidades que tanto valoro en mi profesión.

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