La relación entre salud, medio ambiente y desarrollo sostenible se plantea con toda claridad en el principio 1 de la Declaración de Río de la Organización de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente y el desarrollo (1992), cuando se manifiesta que “los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza”.
Este hecho se ve reforzado en el principio 7, en que se consagra que “los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la tierra…” y en el capítulo 6 del programa de la Agenda 21 de la Organización de Naciones Unidas, en que se plantea la relación existente entre la salud y la capacidad de control de la interacción entre el medio físico, el espiritual, el biológico y el económico social.
De igual manera, en el mismo capítulo, se hace énfasis en que los temas de acción del programa 21 “…deben abordar las necesidades de atención primaria de la salud de la población mundial, ya que se integran con el logro de los objetivos de desarrollo sostenible y de la atención primaria de la salud, teniendo en cuenta las cuestiones del medio ambiente”, siendo de especial trascendencia “la inclusión de programas de prevención en vez de depender solamente de medidas de corrección y tratamiento”.
Desde la promulgación de la Carta de la Tierra, muchos países se han involucrado en el proceso de formular planes nacionales de desarrollo sostenible que permitan incrementar el peso de la relación existente entre salud y medio ambiente a través de la integración de las acciones llevadas a cabo por los diferentes sectores que contribuyen al desarrollo económico y al progreso de la sociedad.
Con base en las consideraciones anteriores, es claro que los desarrollos alcanzados a nivel nacional e internacional en torno a los conceptos referidos han servido como base para promover una perspectiva holística e integradora de la salud, en palabras de Corvalán, “el concepto salud, le concierne ahora a todos y cada uno de los sectores de la sociedad y no solamente del sector de la salud”.
Este hecho se ve reforzado en el principio 7, en que se consagra que “los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la tierra…” y en el capítulo 6 del programa de la Agenda 21 de la Organización de Naciones Unidas, en que se plantea la relación existente entre la salud y la capacidad de control de la interacción entre el medio físico, el espiritual, el biológico y el económico social.
De igual manera, en el mismo capítulo, se hace énfasis en que los temas de acción del programa 21 “…deben abordar las necesidades de atención primaria de la salud de la población mundial, ya que se integran con el logro de los objetivos de desarrollo sostenible y de la atención primaria de la salud, teniendo en cuenta las cuestiones del medio ambiente”, siendo de especial trascendencia “la inclusión de programas de prevención en vez de depender solamente de medidas de corrección y tratamiento”.
Desde la promulgación de la Carta de la Tierra, muchos países se han involucrado en el proceso de formular planes nacionales de desarrollo sostenible que permitan incrementar el peso de la relación existente entre salud y medio ambiente a través de la integración de las acciones llevadas a cabo por los diferentes sectores que contribuyen al desarrollo económico y al progreso de la sociedad.
Con base en las consideraciones anteriores, es claro que los desarrollos alcanzados a nivel nacional e internacional en torno a los conceptos referidos han servido como base para promover una perspectiva holística e integradora de la salud, en palabras de Corvalán, “el concepto salud, le concierne ahora a todos y cada uno de los sectores de la sociedad y no solamente del sector de la salud”.
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