lunes, 19 de mayo de 2008

Aspectos psicológicos del dolor

Tradicionalmente el componente psicológico ha sido considerado como un factor de segundo orden en el abordaje del paciente con dolor. Sin embargo, la tendencia actual hacia un modelo de atención fundamentado en la interacción dinámica de elementos biológicos, mentales y sociales, ha llevado a replantear el enfoque puramente médico del dolor hacia otro en que se consideren los aspectos psicosociales como variables de gran importancia en la modulación de la experiencia individual del dolor. (1)

Más aún, la clasificación etiológica predominante en la actualidad considera la existencia de dos categorías de dolor: orgánico y psicológico. Sin embargo, una mirada con más detalle de esta clasificación permite detectar grandes fallas conceptuales desde las perspectivas clínica y filosófica. El cuerpo no puede ser considerado como una entidad pasiva con la única función de manejar información relacionada con daño a los tejidos, ni la mente como una especie de comando central en que se integra la sensopercepción nociceptiva.

Tampoco el dolor puede ser entendido como una sensación privada de los fenómenos asociados con lesión tisular, sino que debe ser concebido como un proceso que integre elementos físicos (v.g. intensidad, localización) y mentales (v.g. aversión, ansiedad) para ser calificado como tal. La comprensión de nuestro dolor y el de otros se da en términos de la interacción dinámica de una serie de conductas dolorosas categorizadas socialmente y determinadas por las experiencias físicas y psicológicas del individuo.(2)

Visto desde una perspectiva evolucionista el dolor es un indicador de amenaza contra la integridad del ser humano. A partir de este enfoque el dolor puede ser analizado desde dos dimensiones básicas: sensorial y emocional. La primera considerada elemento clave para la adaptación y la supervivencia de la especie, mientras que segunda representa la variación individual de la percepción y de la respuesta ante la injuria tisular. Así las cosas, la comprensión adecuada del fenómeno ha de conjugar la triple condición (biológica, psicológica y social) del ser humano con el carácter individual del proceso nociceptivo. (3)

La condición subjetiva del dolor se ha puesto de presente en numerosos estudios en los cuales se ha intentado establecer una relación directa entre la existencia de una patología orgánica y la presencia de un cuadro doloroso. Dichos estudios han demostrado que no en todos los casos existe una relación causa efecto entre el grado de lesión tisular y la severidad de los síntomas reportados: individuos con enfermedad orgánica manifiesta se encontraron asintomáticos en contraste con otros sin evidencia de daño tisular que reportaron diversos grados de dolor. (4)

En esa misma vía, investigaciones realizadas para establecer el comportamiento del dolor en pacientes a quienes se les ha practicado una intervención quirúrgica estandarizada para una patología determinada, arrojaron como resultado diferencias significativas en la evolución postoperatoria: en algunos casos el dolor desapareció en las horas siguientes al procedimiento mientras que en otros se hizo más intenso que en el período anterior a la cirugía. La apreciación personal del síntoma, el estado de ánimo frente al cuadro, las características biológicas y psicológicas individuales y las estrategias de solución resultaron determinantes en la evolución de los pacientes incluidos en el estudio

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