viernes, 22 de febrero de 2008

Factores de riesgo cardiovascular


Las patologías cardiovasculares representan una de las principales causas de mortalidad alrededor del mundo, diferentes investigaciones han mostrado que la existencia de ciertas características individuales, denominadas factores de riesgo, se asocia con mayor probabilidad de sufrir este tipo de enfermedades.

Entre los factores de riesgo más importantes se encuentran la edad avanzada, el consumo de cigarrillo, la elevación de la presión arterial, el incremento en los niveles de colesterol y la presencia de diabetes mellitus.


Otros factores menos significativos son la raza, el sexo, la obesidad, el sedentarismo, el tipo de personalidad, el estilo de vida, las condiciones del medio laboral, los antecedentes familiares, los trastornos hormonales de la menopausia y el aumento en el nivel de triglicéridos, entre otros.

Algunas de las condiciones mencionadas hacen parte de la naturaleza del individuo y no pueden ser revertidas (factores no modificables) mientras que otras están relacionadas con el estilo de vida y/o con alteraciones orgánicas que pueden ser eliminadas o controladas mediante cambios de actitud y/o intervención médica (factores modificables).

Los factores no modificables son los genéticos (el riesgo aumenta cuando existen antecedentes de enfermedad cardiovascular en familiares en primer grado de consanguinidad), el género (mayor frecuencia en el sexo masculino antes de los cincuenta años por el efecto protector de los estrógenos femeninos hasta la aparición de la menopausia) y la edad (después de los cuarenta años en el hombre y de los cincuenta en la mujer).

Los factores modificables son el tabaquismo, el exceso de colesterol en sangre, la presencia de hipertensión arterial, diabetes mellitus y obesidad, el sedentarismo y algunos trastornos de orden psicológico y afectivo.

El consumo de cigarrillo es el factor más difundido alrededor del mundo, los fumadores tienen un riesgo dos veces mayor de enfermedad cardiovascular y tres veces mayor probabilidad de muerte después de un infarto cardíaco, así mismo, la exposición crónica al humo del cigarrillo de que son objeto los fumadores pasivos aumenta en una proporción variable el riesgo de estas patologías.

El exceso de colesterol, una sustancia grasa que circula normalmente en el organismo, lleva al depósito del mismo en las paredes de los vasos sanguíneos y a la disminución consecuente del flujo de sangre a los tejidos. Una fracción del colesterol llamada HDL arrastra la sustancia al hígado y favorece su eliminación mientras que la otra fracción denominada LDL la transporta por la circulación y promueve el depósito en las células y las arterias.

La hipertensión trae como consecuencia un incremento en el trabajo del corazón y ocasiona una lesión directa de las paredes de las arterias que predispone a la formación de placas de grasa y a la obstrucción del flujo de sangre en los órganos afectados. Niveles de tensión arterial por encima de los valores normales aumentan el riesgo de infarto cardíaco en un treinta por ciento y de trombosis o hemorragia cerebral en un cuarenta y cinco por ciento.

La diabetes mellitus produce daño de los vasos sanguíneos y arteriosclerosis acelerada que dan lugar a un incremento significativo del riesgo de enfermedad cardiovascular, en algunos estudios se ha demostrado que una proporción cercana al ochenta por ciento de los pacientes diabéticos puede presentar hipertensión arterial, infartos cardíacos y accidentes vasculares cerebrales en algún momento de su vida.

La obesidad está presente en la tercera parte de los casos de enfermedad cardiovascular, el exceso de grasa corporal incrementa al doble el riesgo de estas patologías como consecuencia del aumento en el trabajo del corazón y de la mayor predisposición a la aparición de diabetes mellitus, aumento del colesterol sanguíneo y arteriosclerosis generalizada. La mayor parte de los pacientes con obesidad no llevan a cabo ninguna actividad física, hecho que determina un riesgo adicional teniendo en cuenta que su organismo es más vulnerable frente a quienes practican ejercicio en forma regular.

Las personas con ansiedad, depresión o estrés severo también se encuentran expuestas a un riesgo dos veces mayor de enfermedad cardiovascular que las personas normales. La ansiedad es uno de los principales factores de riesgo para hipertensión arterial y otras patologías relacionadas especialmente en el sexo femenino; la depresión se encuentra asociada con actitudes nocivas (consumo excesivo de dulces o harinas en la dieta, tabaquismo, alcoholismo) que predisponen a tales condiciones clínicas.

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