sábado, 6 de diciembre de 2008

Los ancianos no tienen redes familiares activas


"Ni el veinticinco por ciento de los ancianos tienen redes familiares activas".

Esta afirmación de María Helena Quintero, funcionaria del Centro de Desarrollo Social Bosque Popular de la ciudad de Bogotá, publicada en el diario EL TIEMPO el pasado 25 de octubre, busca llamar la atención de la comunidad en torno a una de las principales problemáticas de los ancianos en esta ciudad: la soledad.

La cuestión asoma a la luz pública a raiz de una noticia publicada en ese mismo diario, acerca de la muerte "prácticamente inadvertida" de una anciana que residía en una conocida urbanización de la localidad de Suba.
"Sólo cuando el olor a muerto se hizo insoportable, los vecinos de E.G. se percataron de que no la habían visto desde hacía días, algunos desde hacía semanas", un hecho dramático que debería avergonzar a una sociedad preocupada por mantener la primacía de la juventud y de la productividad sobre la condición misma del ser humano.
Para algunos, la única red de apoyo es la de vecinos y compañeros del diario vivir, "un ejemplo más del fenómeno de aislamiento de los ancianos en la capital". Y es que la velocidad y la competividad que caracterizan la vida en el mundo moderno no dejan espacio suficiente para desarrollar aquellas actividades verdaderamente importantes en la existencia de los seres humanos: compartir fragmentos de vida gratos con aquellos que están cerca del corazón, disfrutar los milagros de la cotidianidad y ofrecer a nuestros seres queridos esos gestos de amor que tal vez mañana no tengamos oportunidad de demostrar ...
Recuerden:
"Los pueblos que no cuidan de sus niños no tienen derecho al futuro, los pueblos que no cuidan de sus viejos no tienen derecho a su historia"...

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