(De Barral y von der Becke - Biotermodinámica del Cerebro)
Se afirma que la creatividad tiene poco de mágico. Los fundamentos para esta afirmación no están basados ni en la genética ni en la biología molecular, que no ha podido avanzar en esta área del conocimiento. Quizás se pueda aceptar la validez de la hipótesis de Ortega y Gasset, referente a que el Homo sapiens comenzó por ser un animal creativo antes que racional.
Fue la creatividad humana la que seguramente le permitió interpretar que los gritos y aullidos son signos, abstracción que fue valioso requisito para el desarrollo de su capacidad lingüística. En las aves canoras aparece un desarrollo simétrico, pero muchísimo menos desarrollado, resultando ser el canto una señal de posesión territorial típica de cada especie.
La transición de fase evolutiva entre el protohombre irracional y el hombre racional fue, en hipótesis, un arduo invento de la creatividad, a la cual la evolución suministró cableados y quizás neurohumores más favorables, en su red neuronal, que los de las aves canoras. Ese desarrollo coevolucionó con el resto de los atributos cerebrales humanos, sobre la base de la plasticidad sináptica (Hebb) y de la interacción entre subrredes presentes en los protohomínidos.
Los genes comportamentales creativos, que asistieron al Homo ludens, al Homo faber, Homo loquens y Homo sapiens son, en hipótesis, los genes prioritarios en la hominización del hombre, ayudados en paralelo por los genes para el manejo por parte del córtex de manos más que hábiles. Esa transición de fase evolutiva se hizo aparentemente mediante un circuito realimentado característico con una biotermodinámica, con constante de tiempo de milenios y por consiguiente, con varios andamios intermedios.
El parámetro de orden de esta transición de fase sería el aporte de las diferentes protomentes jugando como lo pide el modelo de la banda de jazz, netamente creativo. La coevolución de las protomentes se fija por neuroetología en la especie humana. En hipótesis siempre se podrá aportar algo más a la "tecnología" de la creatividad (por ejemplo, DeBono), del pensamiento racional (por ejemplo, Ausabel, Novak y Gowin, p 138) y de la inteligencia emocional (por ejemplo, Goleman), sirviendo como esbozo general, la hipótesis del cerebro como Intranet propuesta por los autores.
La inteligencia académica y emocional emerge con el aporte de las protomentes y de sus interacciones. La especie humana será, creativamente, lo que le sugiere a cada uno de sus integrantes su personal conciencia autorreferencial de tantos aportes.
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