Un artículo publicado el pasado 17 de agosto en la sección Perspectiva de la revista New England Journal of Medicine, por Richard Wenzel, hace una interesante reflexión acerca de la situación actual de la educación médica en Estados Unidos, que bien puede ser aplicable a cualquiera de los países del mundo.
De acuerdo con Wenzel "en una época caracterizada por la erosión de nuestro tiempo de reflexión, la identificación de nuevos síndromes, el contacto social con los colegas y la enseñanza, la presión del tiempo para ver cada vez más pacientes en consultas cada vez más breves”, se ponen en grave riesgo "la disciplina, la vocación, la pasión, el misterio y la elegante aventura” que sustentan el ejercicio de la medicina desde los primeros tiempos.
Continúa el autor, expresando su preocupación por el hecho que "los estudiantes que actualmente ingresan a las facultades de medicina estadounidenses llegan a una era de creciente desconfianza hacia las grandes instituciones, a un mayor uso de los medios de comunicación social para obtener información, a un léxico político en el que los hechos incómodos se ridiculizan como "noticias falsas" mientras que las invenciones se disfrazan de realidad y la erosión de la verdad que implican tales tendencias"
Así las cosas, los retos para la educación médica son inminentes. ¿Cómo podemos nosotros, como maestros, merecer la confianza de los futuros médicos? ¿Cómo podemos transmitirles el legado preeminente de la ciencia de impulsar los avances en la comprensión, la prevención y la curación de las enfermedades? ¿Cómo inculcar en ellos la importancia de las pruebas de hipótesis, de la revisión por pares y del análisis crítico de la investigación? Estas preguntas deben impulsar una revisión inmediata de las metas y procesos de la educación y de los valores que necesitamos enfatizar en nuestras interacciones diarias con los estudiantes de medicina.
En consonancia con lo anterior, concluye Wenzel:
“Reflexionando sobre los desafíos actuales a nuestra profesión, podemos tener una respuesta firme: No hay alternativa a la verdad. Por lo tanto, como educadores médicos, tenemos que centrarnos cada vez más en el camino riguroso de la razón, guiando a nuestros estudiantes pasado el aluvión de señales engañosas diseñadas para desviar su atención del curso a la verdad”.
Referencia
Wenzel R. Medical Education in the Era of Alternative Facts. New Engl J Med. 2017; 377: 607 - 609.
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