El “efecto
de la bata blanca”, un fenómeno clínico caracterizado por la elevación de las
cifras de tensión arterial en el entorno clínico, es una situación
relativamente frecuente en las personas mayores.
Dentro de
esta categoría es posible diferenciar dos tipos de condiciones: el efecto de bata
blanca como tal, caracterizado por la elevación transitoria de las cifras de
tensión arterial en el ambiente médico, con una prevalencia de un 15% en este
grupo de edad y la hipertensión de bata blanca, un término reservado para
aquellos pacientes que presentan cifras elevadas de tensión arterial durante la
consulta médica (> 140/90) pero mantienen el nivel normal durante el
monitoreo ambulatorio (< 135/85), con una prevalencia cercana al 25%.
De acuerdo
con lo anterior, el Consenso de Expertos de la AHA (Asociación Americana del
Corazón) y la ACCF (Fundación Colegio Americano de Cardiología) sobre
hipertensión arterial en el anciano, recomienda que la confirmación del
diagnóstico de hipertensión incluya el monitoreo ambulatorio de tensión
arterial, como una estrategia para la identificación de la hipertensión de bata
blanca, en pacientes con cifras elevadas de tensión arterial en el consultorio
y ausencia de lesión en órgano blanco.
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