En diciembre de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas, consagró el 22 de marzo como fecha para la celebración del Día Mundial del Agua, de conformidad con las recomendaciones de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo.
En la circular de la Asamblea, se invitó a todos los Estados a dedicar este día, en el marco del contexto nacional, a la celebración de actividades concretas como el fomento de la conciencia pública a través de la producción y difusión de documentales y la organización de conferencias, mesas redondas, seminarios y exposiciones relacionadas con la conservación y desarrollo de los recursos hídricos.
En el año 2009, el Sr. Koichiro Matsuura, Director General de la UNESCO, manifestó que “… el agua incide en todos los aspectos de la vida humana, desde la salud y el saneamiento hasta los alimentos que comemos, y del entorno natural y los ecosistemas a la industria y la energía que impulsan nuestro desarrollo. Pero este recurso esencial está en peligro. El volumen de agua que se encuentra a nuestra disposición ha permanecido invariable durante miles de años, mientras que el número de usuarios y las modalidades de utilización han aumentado muy considerablemente…”
Vale la pena recordar que el setenta por ciento de la superficie de la tierra se encuentra cubierta por agua y que solamente el dos punto cinco por ciento de este volumen es agua dulce, setenta por ciento de la cual está congelada en los glaciares, se encuentra como humedad en el suelo y/o yace en capas acuíferas subterráneas, prácticamente inaccesibles.
En ese mismo sentido, es necesario enfatizar que una proporción inferior al uno por ciento del agua dulce del mundo está disponibles para el consumo, diecisiete por ciento para el cultivo de alimentos y la proporción restante para otros usos, y que el consumo total del agua aumentará en un cuarenta por ciento durante los próximos años.
Así las cosas, hasta una tercera parte de los países en regiones con gran demanda de agua podrían enfrentar escasez severa del líquido en los próximos 25 años, viéndose afectadas hasta dos terceras partes de la población mundial en las condiciones actuales, hecho que debería representar una gran preocupación de los gobiernos y los ciudadanos del mundo, respecto a la supervivencia de los sees vivos.
Por otra parte, no hay que olvidar que el agua es el componente más importante del cuerpo humano y un elemento imprescindible para el mantenimiento de la vida de los seres humanos. Al momento del nacimiento, el agua representa cerca del setenta y cinco por ciento de la composición del ser humano, esta cifra desciende al sesenta por ciento en la edad adulta, encontrándose dos terceras partes en el compartimiento intracelular y el resto en el extracelular.
Tenemos una gran responsabilidad frente al mantenimiento del agua, un recurso natural no renovable, y en forma subsecuente de la supervivencia de nuestra especie. No permanezcamos como espectadores indiferentes frente a un problema que nos compete a todos y nos afecta a todos, convirtámonos en actores protagónicos de una revolución pacífica por la conservación del agua y de la vida.
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