Desde la “aburrida” reproducción asexual de los seres vivos menos complejos a las sofisticadas formas sexuales de los más evolucionados hay toda una serie de variaciones dignas de mentar -tan dignas como desconocidas.
Los pulgones, esos bichos que suelen estropear los rosales, son todos hembras. ¿Dónde están los machos? No existen. Estos animáculos se reproducen por partenogénesis, la propia potencialidad del óvulo da lugar al desarrollo de un individuo – hembra claro - una forma de reproducción sosa pero que ahorra muchos problemas conyugales.
Muchos peces marinos cambian de sexo a lo largo de su vida, (y sin operación quirúrgica) claro que sólo lo hacen una sola vez. Las almejas son más atrevidas, poseen lo que se denomina sexualidad alternante; cambian a macho, luego a hembra, otra vez a macho y así sucesivamente (suerte que los humanos no poseemos esa misma naturaleza (los psicólogos se harían ricos).
Por otro lado tenemos los hermafroditas, que presentan ambos sexos. La mayoría de ellos actúan unas veces como machos y otras veces como hembras. Pero ahí están los caracoles, los mas disfrutones, ya que son los únicos que realizan una cópula doble, sí doble, en el mismo acto actúan de machos y hembras a la vez. Quizá por eso siempre están babeando.
En cuanto a las técnicas amatorias y de acercamiento encontramos una amplísima variedad. La conocida mantis que se come a su macho tras la cópula (muchas arañas hacen lo mismo). El acto sexual del rinoceronte que dura más de tres horas. El calamar que clava un dardo a la hembra y ahí te vas preñada. Los machos de peces abisales que se convierten en parásitos de las hembras (esta variedad también se encuentra en nuestra especie).
Y aunque parezca mentira, no sólo el ser humano emplea el sexo con otros fines que no sean los reproductivos. En África podemos encontrar dos especies de chimpancés, los archiconocidos tipo Chita y otros que han pasado más de largo por los documentales del National Geographic, los bolobos. Los chimpancés tipo Chita viven en complejas sociedades donde los altercados y roces entre sus miembros son tan frecuentes como en las rebajas del Corte Inglés.
La posición social y la lucha de los machos por el liderazgo mantienen estresada a toda la comunidad de micos. Sin embargo, los bolobos son un caso aparte. Estos monos muestran un comportamiento sexual digno de ver. Todos mantienen contactos sexuales entre sí y de forma muy frecuente, y cuando digo todos es todos, macho-hembra, macho - macho y hembra -hembra.
De cualquier edad sexualmente madura y sin ningún tipo de jerarquía. En las comunidades de bolobos no hay apenas enfrentamientos ni disputas, parece que los problemas se resuelven con un buen revolcón.
Visto lo visto, que aburridos somos los Homo sapiens , sexualmente hablando claro.
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