viernes, 31 de julio de 2009

El derecho a una muerte digna


Las campañas de publicidad, si son buenas, dejan en la memoria un recuerdo que permanece incluso cuando se olvida el producto concreto que promocionaban. Algo parecido ocurre con el concepto “muerte digna”, que aunque tiene un rico significado sin embargo en nuestra sociedad alude sólo a la práctica de la eutanasia.

Así por ejemplo, asociaciones que enarbolan como bandera “la muerte digna”, lo que están haciendo es defender la normalidad de la eutanasia y por tanto la conveniencia de su legalización, como ellas mismas manifiestan. Por eso es necesario, como en el caso del aborto, abordar estos mensajes con un mínimo de sentido crítico.

Podría parecer que sólo una ley de eutanasia permite resolver la dignidad del morir humano. Pero el problema es mucho más amplio, y reducirlo a la existencia de una legislación, enmascara totalmente la cuestión. Para empezar, el mismo hecho de morir no tiene en sí ninguna dignidad.

Es más, a nadie nos gusta tener que pasar por ello. Preferiríamos desaparecer, o entrar en la vida eterna, sin tener que morir. Ahora bien, puesto que tenemos que pasar por ello, corresponde a un obrar digno el encontrarle algún sentido dentro de la propia existencia. Vivir sin tener en cuenta el morir, parece que da poca dignidad al mismo vivir porque no afronta humanamente esta situación personal de la que vamos a ser protagonistas. Por esto, para fomentar en la sociedad la muerte digna, convendría recordar con más frecuencia las diversas respuestas que en la historia de los hombres se han dado a la muerte. La antropología, precisamente, reconoce al ser humano frente al animal, por los ritos funerarios que manifiestan la apertura a la trascendencia.

Morir humanamente, requiere ser tratado como ser humano también en esos momentos. Y lo que más necesitamos cualquier ser humano para ser felices, es sentirnos queridos por alguien. La organización de la asistencia sanitaria no debe olvidar esta necesidad de compañía familiar o de amistad, para establecer la asistencia médica de forma que posibilite la cercanía de los seres queridos. Los seres humanos no debemos olvidar la obligación moral, de acompañar a nuestros enfermos.

También se debería considerar la asistencia religiosa al paciente. Si es ateo no la pedirá, pero si tiene cualquier religión es fácil que la desee. La presencia del personal religioso forma parte de ese tratar respetando la dignidad del morir. Sería un absurdo disponer las cosas obligando a las personas a morir como gente sin religión.

Pero no nos fijemos solamente en ese momento. La persona débil, anciana, enferma, o discapacitada, tiende a ser muy sensible a la valoración que hacen de ella los demás. Tratar con dignidad a estas personas supone mostrar con los gestos que para nosotros no son una carga, sino una ocasión de manifestar el amor.

La ayuda del fuerte o del sano, no es lo más valioso. El don está en la ocasión de obrar como personas humanas que los débiles nos ofrecen. La experiencia en los poquísimos países de todo el mundo, tan sólo tres, que han legalizado la eutanasia, es que la misma posibilidad de que se practique, hace que la mayoría de los enfermos y ancianos se sienten moralmente presionados por la ley para evitar ser un peso para los demás.

Decir, o pensar, que no se va a obligar a nadie a pedir la eutanasia, es cerrar los ojos a lo que está enseñando la realidad social. A semejanza de lo que ocurre con el aborto, una sociedad que deja solos a sus débiles porque no son eficaces o útiles, o porque no producen beneficios sino gastos, acaba siendo una sociedad donde el reconocimiento de la dignidad humana deja mucho que desear.

Es cierto que el hombre en los inicios de su existencia y en su final requieres bastantes recursos, sobre todo sanitarios, pero pertenece a la justicia y a la paz social que la comunidad se los proporcione. En el caso de la terminación de la vida, la política sanitaria tiene todavía mucho que hacer.

La formación del personal sanitario en los temas del dolor, todavía es muy escasa: hay mucho sufrimiento en enfermos que se podría evitar, y no se está evitando. Un gran descubrimiento reciente ha sido la medicina paliativa. Su existencia comienza a divulgarse, pero, tanto entre el personal sanitario como entre los pacientes, todavía se aplica muy poco. Es cierto que los presupuestos que se están dedicando a esta medicina están creciendo, pero todavía son muy escasos. Quizá sería conveniente que se dedicasen recursos para campañas publicitarias para dar a conocer la medicina paliativa.

El tratar al enfermo de modo que pueda tener una muerte digna, como se ve, no se resuelve con promover una ley de eutanasia. Hay muchas cosas que hacer antes de que ni siquiera nos planteemos permitir matar, o ayudar a que se maten.

Cooperación Médica al Suicidio en Pacientes Terminales: Nuevos elementos para el debate


En Suecia se está debatiendo la posibilidad de legalizar el suicidio con cooperación médica, a raíz de un memorando que el Consejo de Ética Médica entregó al Gobierno, pidiendo que se estudie la posibilidad de “asistencia médica a la libre elección de la muerte”, es decir, quiere que se examine la posibilidad de que los médicos cooperen con los pacientes gravemente enfermos que quieren terminar con su vida.

Este memorando ha hecho que la mayoría de los suecos expresen lo que piensan. Entre ellos, el obispo católico Anders Arborelius comentaba en una carta a la prensa que permitir esto significaría un giro ético brutal en la forma de considerar a los enfermos y moribundos, que son los que más necesitan nuestra proximidad, nuestra atención y la garantía de que no vamos a darles la espalda.

Una sociedad que no escatima cuidados a los pacientes al final de su vida demuestra que se preocupa por todas las personas, tanto débiles como fuertes. Una sociedad que permite que los médicos, en lugar de asistir a sus pacientes, les ayuden a suicidarse, da señales de que ha renunciado a los esfuerzos para proporcionar una atención óptima.

Las leyes y decisiones reflejan nuestros valores, advierte Monseñor Arborelius. Si la sociedad da luz verde para cometer suicidio cuando se está gravemente enfermo, refleja que la vida de un enfermo de gravedad no vale la pena vivirse. ¿Qué mensaje transmite a otros gravemente enfermos? ¿A las personas con discapacidad? ¿A aquellos que se encuentran al final de su vida?

Esas personas ¿desean realmente suicidarse? ¿Quieren morir? ¿O es que experimentan que están siendo una carga para sus seres queridos? Como seres humanos y como sociedad, hay que dedicar todas las energías para tratar de entender el porqué de una petición de suicidio, de manera que podamos ayudar.
Uno se hace médico para proporcionar a los pacientes la mejor atención posible y para ayudar a la gente a vivir, no para ayudarles a suicidarse, subraya el obispo. La sociedad no debe exigir a los médicos que participen en el suicidio legal asistido. El suicidio asistido significa, aunque se usen palabras grandilocuentes para amortiguar el hecho, que el médico comparte la responsabilidad del suicidio.

Otras voces que se oyen en este debate son lógicamente las de los mismos médicos. En una encuesta realizada entre 1.200 médicos suecos, el 35% se mostró favorable al suicidio asistido, el 40% se opuso, mientras que el resto están indecisos.

Los más inclinados a esta propuesta son psiquiatras y médicos con muchos años en la profesión. Sin embargo, para Niels Lynöe, profesor de ética del Karolinska Institutet (KI) en Estocolmo, ha sido una proporción inesperadamente alta la de los médicos que están dispuestos a cooperar en suicidios. “Habíamos creído que la resistencia sería mayor dentro de la profesión médica”, comentó Anna Lindblad del KI, donde se realizó el estudio.

Lynöe está convencido de que ya hoy una serie de médicos suecos recetan fármacos que pueden causar la muerte a enfermos graves que quieren suicidarse, aunque esto no es posible verificarlo.
Y la respuesta entre el público en general ha sido aún más permisiva. En una encuesta recientemente realizada por la revista Focus, por ejemplo, el 47% de los suecos apoya la eutanasia activa.

domingo, 26 de julio de 2009

Ética y Deontología Médica: Una aproximación histórica (IX)


Thomas Percival, cirujano Inglés (1740-1804) fue el fundador del colegio profesional de médicos, cirujanos y farmacéuticos a quien se atribuye el mérito de haber escrito un código de ética (1791) donde definía el rol del profesional, la relación terapéutica, la relación entre los colegas y la relación de estos con el Estado, lo cual era sin lugar a dudas un código relativo a la conducta profesional.

El planteamiento central del código de Percival era que para ser buen médico había que ser buena persona, siendo un código de corte paternalista donde el médico era visto como figura de autoridad lo cual era la causa de que el paciente sintiera confianza, gratitud y respeto. Percival coloca en la confianza que el médico recibe de la sociedad un compromiso de éste en retribuir con obligaciones y buenas relaciones entre los médicos y con las demás profesiones afines.

A continuación se transcribe la dedicatoria que hace Thomas Percival a su hijo del libro publicado con el título "Medical Ethics or a Code of Institutes and Precepts”, en el año 1803.

A: E.C. Percival

Permíteme, mi hijo querido, ofrecerte este pequeño Manual de Ética Médica. Durante su composición, mis pensamientos se dirigían hacia tu difunto y excelente hermano, con el más tierno impulso de amor paternal: Mas ni una sola de las reglas morales fue forjada sin una secreta mirada puesta en su graduación; y un ansioso deseo de que pudiese influenciar su conducta futura.

A ti, que posees, no en menor grado, mi estima y devoción, que prosigues los mismos estudios y con los mismos objetivos, se transfieren naturalmente mis afanes. Y estoy persuadido de que estas consideraciones, unidas, operarán poderosa y permanentemente sobre tu ingeniosa mente.

Es característica de un hombre sabio de actuar de acuerdo a determinados principios; y de un hombre bueno el asegurarse que éstos sean correspondientes a la rectitud y a la virtud. Las relaciones en las que se encuentra un médico frente a sus pacientes, a sus hermanos y al público son complicadas y diversas, comprendiendo gran conocimiento de la naturaleza humana y muchas obligaciones morales.

El estudio de la Etica profesional, por lo tanto, te ayudará a vigorizar y ampliar tu entendimiento; mientras que la observación de las obligaciones en ella implícitas, suavizarán tus modales, engrandecerá tus sentimientos y te formará con la propiedad y dignidad de conducta esenciales al carácter de un caballero.

Las ventajas académicas que gozaste en Cambridge y las que tienes ahora en Edinburgh, te calificarán, confío, para una esfera de acción amplia y honorable. Y oro con devoción para que la bendición de Dios te asista en todas tus prácticas, poniéndolas al mismo tiempo al servicio de tu propia felicidad y al bien de tus semejantes.

Consciente de que comienzo a experimentar la presión del paso de los años, veo la presente publicación como la conclusión de mis labores profesionales. Puedo entonces con decoro reclamar el derecho de consagrártelas corno legado paternal. Y siento cordial satisfacción al así testimoniar la estima y ternura con que, mientras subsista la vida, continuaré siendo, Tu afectuoso amigo,

Thomas Percival

Ética y Deontología Médica: Una aproximación histórica (VIII)


Arnau de Vilanova, para algunos autores, el médico más importante del mundo latino medieval y un líder político religioso de la época, fue autor de numerosos tratados y documentos académicos y científicos en cada una de estas áreas. En el ámbito médico, se destacan sus publicaciones relacionadas con la educación médica, la farmacología clínica, la medicina interna y la alquimia.

Uno de los documentos más conocidos de Vilanova, es el titulado “Cautelas de los médicos”, un ensayo que recoge variados consejos y recomendaciones relacionadas con la práctica de la medicina en el siglo XIII, el cual se transcribe a continuación:

“Médico, cuando seas llamado por un enfermo, pon tu confianza en el nombre del Señor. El Ángel Custodio acompañe interiormente el afecto de tu alma y la partida de tu cuerpo. Procura informarte desde el principio, por medio del que fue enviado a avisarte, hasta cuándo ha trabajado el enfermo y de qué modo le invadió la enfermedad, para que, inquiriendo los síntomas, te certifiques, a ser posible, de la
naturaleza de la afección.

Todo esto es necesario, porque después de haber visto la materia y la orina, así como la disposición del pulso, puede ocurrir que no conozcas la enfermedad; pero si relatas sus síntomas al enfermo, confiará en tí como en el autor de la salud. Por ello ha de ponerse todo el empeño en conocer los síntomas.

Cuando llegues a la casa, antes de acercarte al enfermo, entérate si ha confesado, y si no lo hizo, que se confiese enseguida, o que te prometa confesar cuanto antes. Esto no es ningún abuso, pues muchas enfermedades acaecen a causa de los pecados, y borradas las manchas con lágrimas de compunción, son curadas por el Supremo Médico; según aquello que se dice en el Evangelio: "Vete y no peques más, no vaya a sucederte algo peor".

Al entrar en la habitación del enfermo, no muestres rostro soberbio, ni ojos ávidos, y a los que se levantan y te saludan, tú, igualmente, con gesto humilde, devuélveles el saludo. Cuando hagan ademán de sentarse, siéntate también, vuelto hacia el enfermo; pregúntale cómo se encuentra y dile que saque el brazo.

Lo que acabo de decir es necesario para que en todos tus modales tengas en cuenta la categoría de los que están presentes. Y como tu fuerza vital está perturbada por el esfuerzo del camino y la del enfermo por la alegría de tu llegada, o porque, con avaricia, piensa ya en el precio que le has de pedir, tanto por culpa tuya como por culpa del enfermo el pulso se hace variable e impetuoso.

Cuando haya cesado ese movimiento de los espíritus en una y otra parte, toma el pulso en el brazo izquierdo, pues aunque también podría hacerse en el derecho, sin embargo se percibe mejor el movimiento del corazón en el brazo izquierdo, a causa de su proximidad.

Procura que el enfermo no esté acostado sobre el lado derecho, porque la compresión impediría el movimiento de los espíritus, y cuida de que no tenga los dedos extendidos ni tampoco el puño apretado. Y tú, mientras con la mano derecha oprimes con los dedos, con tu mano izquierda sostén el brazo, porque así percibirás con mayor sensibilidad y más fácilmente los diversos y varios movimientos del pulso, y porque el enfermo, por su debilidad, precisa el apoyo de tu brazo.

Debes considerar el pulso, por lo menos, hasta la centésima percusión, para que puedas darte cuenta de todos los detalles de la pulsación, y para que los circunstantes, pasada tan larga espera, reciban con deseo tus palabras.

Finalmente, ordena que traigan la orina, que si la alteración del pulso es señal de
enfermedad, la orina significa mejor el género de la misma, y así podrás determinar y conocer la afecci6n, no sólo por la orina, sino también por el pulso.

Examina despacio la orina, observa su color, sustancia y cantidad, así como su contenido, de cuyas variedades conocerás las diversas clases de enfermedades, como se enseña en el tratado de las orinas. Después, al enfermo, que está pendiente de tu boca, le prometerás la salud. Pero cuando te apartes de él, dirás a los parientes que el enfermo ha de padecer mucho. Pues así, si sale liberado del trance, obtendrás mayor crédito y alabanza, y si muere, testificarán sus amigos que ya habías desesperado de él.

Una cosa te amonesto, y es que no mires con ojo malo ni concupiscente a sierva, hija o mujer-, que no caigas en los lazos de las mujeres. Pues tales cosas ciegan el ánimo del médico, le hacen gravoso al enfermo y éste tiene entonces menos confianza en él. Has de ser, por consiguiente, afable en las conversaciones, diligente y cuidadoso en las operaciones medicinales, esperando la ayuda del Señor, y en todo te has de conducir sin engaño.

Cuando fueras invitado a comer, no te entrometas inoportunamente, ni ocupes el primer lugar de la mesa, aunque suela reservarse este puesto para el sacerdote y el médico. No desprecies ninguna bebida, ni muestres enojo porque hayas de saciar tu estómago hambriento, al modo de los rústicos, con pan de mijo, al que no estabas acostumbrado.

Pues si obras así, tu espíritu quedará tranquilo. Aún cuando tu mente estuviera ocupada por la variedad de los manjares, procura informarte con frecuencia, por medio de alguno de los asistentes, del estado del paciente. Pues si así lo haces el enfermo tendrá mucha confianza en tí, pues verá que ni en medio de las delicias puedes olvidarle.

Cuando te levantes de la mesa y entres en el cuarto del enfermo, di que has sido atendido magníficamente, de lo que el paciente se alegrará mucho, pues habrá estado preocupado por ello. Si fuera lugar o tiempo oportuno de dar alimento al enfermo, se lo darás tú mismo. Pero conviene que le señales el momento oportuno de las comidas.

Esto es: en las fiebres intermitentes, cuando está en verdadera quietud; en las continuas, en el momento en que haya cierto reposo, el cual no se encuentra hasta la declinación crítica de la fiebre. En las intermitentes debe comer bastante antes del tiempo de la aflicción o del proceso febril, para que cuando llegue éste se encuentre el alimento totalmente digerido.

De otro modo se enfrentaría la naturaleza con una doble lucha, incapaz de digerir la materia ingerida y sin poder superar la enfermedad enemiga. En cambio, si la fiebre comienza a declinar, deja pasar dos horas, o por lo menos una, después de haber cesado la acción febril, pues los miembros están fatigados por la pasada batalla contra los ataques de aquel enemigo, y no se les debe imponer ninguna carga de alimento, ya que después del triunfo sobre el enemigo desean reposo.”

viernes, 24 de julio de 2009

Sólo quiero saber ...

No me interesa saber como te ganas la vida. Quiero saber lo que ansías, y si te atreves a soñar con encontrar lo que tu corazón anhela.

No me interesa tu edad. Quiero saber si te arriesgarías a parecer tonta por amor, por tus sueños, por la aventura de estar viva.

No me interesa qué planetas están en cuadratura con tu Luna. Quiero saber si has llegado al centro de tu propia tristeza, si las traiciones de la vida te han abierto o si te has marchitado y cerrado por miedo a nuevos dolores.

Quiero saber si puedes vivir con el dolor, el mío o el tuyo, sin tratar de disimularlo, de atenuarlo ni de remediarlo.

Quiero saber si puedes experimentar con plenitud la alegría, la mía o la tuya, si puedes bailar con frenesí y dejar que el éxtasis te penetre hasta el fondo de tu ser, sin que tu prudencia nos llame a ser cuidadosos, a ser realistas, o a recordar limitaciones propias de nuestra condición humana.

No me interesa saber si lo que me cuentas es cierto. Quiero saber si decepcionarías a otra persona por ser fiel a ti misma; si podrías soportar la acusación de traición y no traicionar tu propia alma.

Quiero saber si puedes ver la belleza, aún cuando no sea agradable, cada día, y si puedes hacer que tu propia vida surja de su presencia.

Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, el tuyo y el mío, y de pie a la orilla del lago gritarle a la plateada forma de la luna llena: ¡Sí!.

No me interesa saber dónde vives ni cuánto dinero tienes. Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de aflicción y desesperanza, agotada y magullada hasta los huesos, y hacer lo que sea necesario para ayudar, alentar y animar a los demás.

No me interesa saber a quién conoces ni cómo llegaste hasta mí. Quiero saber si te quedarás en el centro del fuego conmigo y no lo rehuirás.

No me interesa saber ni dónde ni cómo ni con quién estudiaste. Quiero saber lo que te sostiene desde el interior, cuando todo lo demás se derrumba.

Quiero saber si puedes estar sola contigo misma y si en verdad aprecias tu propia compañía en los momentos de vacío.

martes, 21 de julio de 2009

Ética y Deontología Médica: Una aproximación histórica (VII)


PRIMERA REGLAMENTACION DE LA TITULACION Y LA ENSEÑANZA MÉDICAS

Federico II de Sicilia

Constituciones regni Siciliae (1231)

Teniendo en cuenta la gran pérdida y el daño irreparable que puede venir de la impericia de los médicos, disponemos que, en adelante, ningún aspirante al título de médico se atreva a ejercer o a curar a no ser que, tras haber sido aprobado por un tribunal público de maestros de Salerno, se presente con documentos testimoniales de rectitud y de suficientes conocimientos, tanto de los maestros como de nuestras autoridades, ante nuestra presencia o, si estamos ausentes del reino, ante la presencia del que permanezca en el reino en nuestra representación, y consiga de Nos o de él licencia para ejercer la medicina. Los que se atrevan a ejercer desde ahora en contra de este edicto de Nuestra Serenidad incurrirán en la pena de confiscación de bienes y un año de cárcel.

Novae Constituciones regni Siciliae (1240)

Como no se puede saber medicina si no se tienen antes algunos conocimientos de lógica, disponemos que nadie estudie medicina si previamente no ha cursado al menos tres años de lógica. Después de este trienio comience, si lo desea, a estudiar medicina. Y del mismo modo, que estudie cirugía, que es una parte de la medicina, a continuación del período indicado...

Transcurridos cinco años (de estudio), no ejercerá la profesión sin haber practicado antes durante todo el año bajo el consejo de un médico experto. Durante el quinquenio citado, los maestros explicarán en las escuelas textos originales de Hipócrates y de Galeno, tanto de medicina teórica como práctica. Para favorecer la salud, disponemos también que no se permita ejercer a ningún cirujano si no presenta documentos de maestros que enseñen medicina, que testimonien que ha estudiado al menos un año la parte de la medicina relativa a las cuestiones quirúrgicas, y, sobre todo, que ha aprendido en las escuelas anatomía humana y que tiene buena preparación en esta parte de la medicina, sin la cual no se pueden realizar operaciones con provecho para el enfermo ni curar las heridas.

Ética y Deontología Médica: Una aproximación histórica (VI)


Moshé Ben Maimón, más conocido, desde el Renacinimiento como Maimónides (El hijo de Mamón), tuvo una gran importancia como filósofo, religioso y médico, en la época medieval.

En este último campo, se destacó por sus logros en el campo asistencial y por numerosas publicaciones médicas, incluyendo el “Tratado sobre los venenos y sus antídotos” y la “Guía de la Buena Salud”, siéndole atribuidos una gran cantidad de milagros, lo cual lo elevó para algunos a la categoría de un santo.

El siguiente texto, conocido como “Plegaria del Médico”, que data del período comprendido entre 1165 y 1190, recoge de forma admirable, la esencia del pensamiento médico y humanístico de Maimónides y los principios más importantes de la relación existente entre medicina, filosofía y religión.

"Dios Todopoderoso. Tú has creado el cuerpo humano con infinita sabiduría. Diez mil veces, diez mil órganos Tú has combinado en él, los cuales actúan sin cesar y armoniosamente para preservar él todo en su belleza -el cuerpo que es la envoltura del alma inmortal-. Siempre trabajan en perfecto orden, acuerdo y consentimiento. Sin embargo, cuando la fragilidad de la materia o el desenfrenamiento de las pasiones trastornan este orden o interrumpe este acuerdo, entonces fuerzas chocan y el cuerpo se desintegra en el prístino polvo del cual se hizo.

Tú has bendecido Tu tierra, Tus montañas y Tus ríos con sustancias curativas; éstas permiten a Tus criaturas aliviar sus sufrimientos y curar sus enfermedades. Tú has dotado al hombre con la sabiduría para aliviar el sufrimiento de su hermano, a reconocer sus desórdenes, a extraer las sustancias curativas, a descubrir sus fuerzas y prepararlas y aplicarlas corno mejor sea posible en cada enfermedad. En Tu Eterna Providencia, Tú me has elegido para velar sobre la vida y la salud de Tus criaturas. Estoy ahora listo a dedicarme a los deberes de mi profesión. Apóyame, Dios Todopoderoso, en estas grandes labores para el beneficio de la humanidad, pues sin Tu ayuda ni la mínima cosa no tendrá éxito.

Inspírame con amor por mi arte y por Tus criaturas. No permitas que la sed de ganancias o que la ambición de gloria y admiración, hayan de interferir en la práctica de mi profesión, pues éstas son los enemigos de la verdad y del amor a la humanidad, y pueden descarriar en el noble deber de atender el bienestar de Tus criaturas. Sostén la fuerza de mi cuerpo y de mi espíritu a fin de que esté siempre dispuesto con ánimo a ayudar y a sostener al rico y al pobre, al bueno y al malo, al enemigo como al amigo.

Has que en el que sufre, yo no vea más que al hombre. Ilumina mi mente para que reconozca lo que se presenta y para que sepa discernir lo que está ausente o escondido. Que no deje de ver lo que es visible, pero no permitas que me arrogue el poder de ver lo que no puede ser visto; pues delicados e infinitos son los límites del gran arte de preservar las vidas y la salud de Tus criaturas. No permitas que me distraiga.

Que ningún pensamiento extraño desvíe mi atención de la cabecera del enfermo o altere mi mente en sus silenciosas labores, pues grandes y sagradas son las reflexiones requeridas para preservar las vidas de Tus criaturas.

¡Dios Todopoderoso! Tú me has elegido en Tu misericordia para velar sobre la vida y la muerte de Tus criaturas. Ahora estoy listo para practicar mi profesión. Ayúdame en este gran deber para que así se beneficie la humanidad, pues sin Tu ayuda ni lo más mínimo tendrá éxito".

sábado, 18 de julio de 2009

S.O.S: La contaminación del aire en Bogotá alcanza niveles preocupantes

Diferentes investigadores han demostrado que el aire de Bogotá es uno de los más contaminados de Latinoamérica, alcanzando una proporción al menos equivalente a Ciudad de México y Santiago de Chile.

En la actualidad, la ciudad supera en más de tres veces, la recomendación vigente anual de la OMS, establecida en 20 microgramos de material particulado (conjunto de partículas en fase líquida y sólida que se encuentran suspendidas en el medio gaseoso, incluyendo humo, hollín y polvo muy fino, provenientes de la combustión generada por la industria, el transporte y las actividades de construcción) por cada metro cúbico de aire.
De acuerdo con los resultados de los estudios mencionados, la exposición a la contaminación aérea se produce en calles y avenidas, así como en espacios cerrados, en especial cuando estos últimos no se encuentran bien ventilados y/o albergan actividades que producen contaminantes aéreos.

En palabras de Héctor García, ingeniero químico y doctor en salud pública, una exposición individual a 60 microgramos de material particulado da lugar a la inhalación de al menos la mitad de dicha cifra cada hora, si tenemos como referencia el hecho que un adulto normal respira en promedio medio metro cúbico de aire en ese mismo lapso de tiempo.

Ahora bien, dado que la exposición no es continua, la inhalación del material contaminante durante un promedio de cuatro horas al día, generaría el ingreso de 120 microgramos de material particulado cada 24 horas, generando el ingreso de más de un gramo del mismo en un período de 20 años, con el peligro que dichas sustancias generan a largo plazo enfermedades crónicas como el cáncer y otros trastornos respiratorios y cardiovasculares.

Finalmente, vale la pena mencionar un hecho que podría parecer anecdótico, de no ser por la triste paradoja que engendra, en relación con la existencia de una mayor exposición al material particulado y por consiguiente un mayor riesgo de enfermedad en quienes practican ejercicio físico y/o utilizan la bicicleta como medio de transporte, desplazándose por las ciclorrutas de la ciudad.

Y es que los trazados de tales vías, en forma paralela a las grandes avenidas y la inexistencia de barreras vivas de alta densidad, como pueden ser los árboles, dan lugar, en conjunto con el aumento de la frecuencia respiratoria como consecuencia de la actividad física, conducen a un riesgo dos o tres veces más alto que el de la población general.

Es urgente reforzar los planes de prevención y control de contaminación para lo cual se requiere el concurso de todos los ciudadanos y un gran esfuerzo económico y político de quienes conducen los destinos de la ciudad.

NO A LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE!

lunes, 13 de julio de 2009

Película de Terror


Sexo Animal


Desde la “aburrida” reproducción asexual de los seres vivos menos complejos a las sofisticadas formas sexuales de los más evolucionados hay toda una serie de varia­ciones dignas de mentar -tan dignas como desconocidas.

Los pulgones, esos bichos que suelen estropear los rosales, son todos hembras. ¿Dónde están los machos? No existen. Estos animáculos se reproducen por partenogé­nesis, la propia potencialidad del óvulo da lugar al desarrollo de un individuo – hembra claro - una forma de reproducción sosa pero que ahorra muchos problemas conyugales.

Muchos peces marinos cambian de sexo a lo largo de su vida, (y sin operación quirúrgica) claro que sólo lo hacen una sola vez. Las almejas son más atrevidas, poseen lo que se denomina sexualidad alternante; cambian a macho, luego a hembra, otra vez a macho y así sucesivamente (suerte que los humanos no poseemos esa misma naturaleza (los psicólogos se harían ricos).

Por otro lado tenemos los hermafroditas, que presentan ambos sexos. La mayoría de ellos actúan unas veces como machos y otras veces como hembras. Pero ahí están los caracoles, los mas disfrutones, ya que son los únicos que realizan una cópula doble, sí doble, en el mismo acto actúan de machos y hembras a la vez. Quizá por eso siempre están babeando.

En cuanto a las técnicas amatorias y de acercamiento encontramos una amplí­sima variedad. La conocida mantis que se come a su macho tras la cópula (muchas ara­ñas hacen lo mismo). El acto sexual del rinoceronte que dura más de tres horas. El ca­lamar que clava un dardo a la hembra y ahí te vas preñada. Los machos de peces abisa­les que se convierten en parásitos de las hembras (esta variedad también se encuentra en nuestra especie).

Y aunque parezca mentira, no sólo el ser humano emplea el sexo con otros fines que no sean los reproductivos. En África podemos encontrar dos especies de chimpan­cés, los archiconocidos tipo Chita y otros que han pasado más de largo por los docu­mentales del National Geographic, los bolobos. Los chimpancés tipo Chita viven en complejas sociedades donde los altercados y roces entre sus miembros son tan frecuen­tes como en las rebajas del Corte Inglés.

La posición social y la lucha de los machos por el liderazgo mantienen estresada a toda la comunidad de micos. Sin embargo, los bolo­bos son un caso aparte. Estos monos muestran un comportamiento sexual digno de ver. Todos mantienen contactos sexuales entre sí y de forma muy frecuente, y cuando digo todos es todos, macho-hembra, macho - macho y hembra -hembra.

De cualquier edad sexualmente madura y sin ningún tipo de jerarquía. En las comunidades de bolobos no hay apenas enfrentamientos ni disputas, parece que los problemas se resuelven con un buen revolcón.

Visto lo visto, que aburridos somos los Homo sapiens , sexualmente hablando claro.

Frases para Reflexionar

"El principal objeto de la educación no es el de enseñarnos a ganar el pan, sino en capacitarnos para hacer agradable cada bocado."

sábado, 11 de julio de 2009

Los Consejos de Esculapio

Hijo de Apolo y Coronis, Esculapio fue instruido por su padre en el arte de la medicina, alcanzando tal destreza que incluso lograba devolver la vida a los muertos. Estos milagros no pasaron desapercibidos para Júpiter, quien temiendo que la gente llegara a adorar más al médico que a él, envío uno de sus rayos y terminó súbitamente con la vida del brillante profesional.

Un documento que data del siglo I o II de nuestra era y atribuido con algún grado de incertidumbre a Esculapio, ha sido ampliamente difundido como patrón de referencia y antecedente de los principios, valores y circunstancias que rodeaban la práctica médica en aquel entonces y que después de una atenta lectura, maravillan por su capacidad de predicción de la realidad actual del ejercicio de la profesión médica:

“¿Quieres ser médico, hijo mío? Aspiración es ésta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia. ¿Deseas que los hombres te tengan por un Dios que alivia sus males y ahuyenta de ellos el espanto?

¿Has pensado bien en lo que ha de ser tu vida? Tendrás que renunciar a la vida privada; mientras la mayoría de los ciudadanos pueden, terminada su tarea, aislarse lejos de los importunos, tu puerta quedará siempre abierta a todos; a toda hora del día o de la noche vendrán a turbar tu descanso, tus placeres, tu meditación; ya no tendrás horas que dedicar a tu familia, a la amistad o al estudio; ya no te pertenecerás.

Los pobres, acostumbrados a padecer, no te llamarán sino en caso de urgencia; pero los ricos te tratarán como a un esclavo encargado de remediar sus excesos: sea porque tengan una indigestión, sea porque están acatarrados; harán que te despierten a toda prisa tan pronto como sientan la menor inquietud, pues estiman en muchísimo su persona.

Habrás de mostrar interés por los detalles más vulgares de su existencia, decidir si han de comer ternera o cordero, si han de andar de tal o cual modo cuando se pasean. No podrás ir al teatro, ni estar enfermo; tendrás que estar siempre listo para acudir tan pronto corno te llame tu amo…

Tienes fe en tu trabajo para conquistarte una reputación: ten presente que te juzgarán, no por tu ciencia, sino por las casualidades del destino, por el corte de tu capa, por la apariencia de tu casa, por el número de tus criados, por la atención que dediques a las charlas y a los gustos de tu clientela. Los habrá que desconfiarán de ti si no gastas barba, otros, si no vienes de Asia; otros, si crees en los dioses; otros, si no crees en ellos.

Te gusta la sencillez; habrás de adoptar la actitud de un augur. Eres activo, sabes lo que vale el tiempo: no habrás de manifestar fastidio ni impaciencia; tendrás que soportar relatos que arranquen del principio de los tiempos para explicarte un cólico; ociosos te consultarán por el solo placer de charlar. Serás el vertedero de sus nimias vanidades.

Sientes pasión por la verdad, ya no podrás decirla. Tendrás que ocultar a algunos la gravedad de su mal; a otros su insignificancia, pues les molestaría. Habrás de ocultar secretos que posees, consentir en parecer burlado, ignorante, cómplice.

Aunque la Medicina es una ciencia oscura, a la cual los esfuerzos de sus fieles va iluminando de siglo en siglo, no te será permitido dudar nunca, so pena de perder todo crédito. Si no afirmas que conoces la naturaleza de la enfermedad, que posees un remedio infalible para curarla, el vulgo irá a charlatanes que venden la mentira que necesita.

No cuentes con agradecimiento: cuando el enfermo sana, la curación es debida a su robustez; si muere, tú eres el que lo ha matado. Mientras está en peligro, te trata como a un dios, te suplica, te promete, te colma de halagos; No bien está en convalecencia, ya le estorbas; cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado se enfada y te denigra.

Cuanto más egoístas son los hombres, más solicitud exigen. No cuentes con que ese oficio tan penoso te haga rico. Te lo he dicho: es un sacerdocio, y no será decente que produjera ganancias como las que saca un aceitero o el que venda lana. Te compadezco si sientes afán por la belleza: verás lo más feo y repugnante que hay en la especie humana, todos tus sentidos serán maltratados.

Habrás de pegar tu oído contra el sudor de pechos sucios, respirar el olor de míseras viviendas, los perfumes harto subidos de las cortesanas, palpar tumores, curar llagas verdes de pus, contemplar los orines, escudriñar los esputos, fijar tu mirada y tu olfato eninmundicias, meter el dedo en muchos sitios.

Cuántas veces, en día hermoso, soleado y perfumado, al salir de un banquete o de una pieza de Sófocles, te llamarán por un hombre que, molestado por dolores de vientre, te presentará un bacín nauseabundo, diciéndote, satisfecho: gracias a que he tenido la precaución de no tirarlo. Recuerda, entonces, que habrá de parecerte interesante aquella deyección.

Hasta la belleza misma de las mujeres, consuelo del hombre, se desvanecerá para tí. Las verás por la mañana desgreñadas, desencajadas, desprovistas de sus bellos colores, y olvidando sobre los muebles parte de sus atractivos. Cesarán de ser diosas para convertirse en pobres seres afligidos de miserias sin gracia. Sentirás por ellas menos deseos que compasión. ¡Cuántas veces te asustarás al ver un cocodrilo adormecido en el fondo de la fuente de los placeres!

Tu oficio será para ti una túnica de Neso. En la calle, en los banquetes, en el teatro, en tu cama misma, los desconocidos, tus amigos, tus allegados, te hablarán de sus males para pedirte un remedio. El mundo te parecerá un vasto hospital, una asamblea de individuos que se quejan. Tu vida transcurrirá en la sombra de la muerte, entre el dolor de los cuerpos y de las almas, de los duelos y de la hipocresía, que calcula a la cabecera de los agonizantes.

Te será difícil conservar una visión consoladora del mundo. Descubrirás tanta fealdad bajo las más bellas apariencias, que toda confianza en la vida se derrumbará, y todo goce será emponzoñado. La raza humana es un Prometeo desgarrado por buitres.

Te verás solo en tus tristezas, solo en tus estudios, solo en medio del egoísmo humano. Ni siquiera encontrarás apoyo entre los médicos que se hacen sorda guerra por interés o por orgullo. La conciencia de aliviar males te sostendrá en tus fatigas; pero dudarás si es acertado hacer que sigan viviendo hombres atacados de un mal incurable, niños enfermizos que ninguna probabilidad tienen de ser felices y que transmitirán su triste vida a seres que serán más miserables aún.

Cuando, a costa de muchos esfuerzos, hayas prolongado la existencia de algunos ancianos o de niños deformes, vendrá una guerra que destruirá lo más sano y robusto que hay en la ciudad. Entonces te encargarán que separes los débiles de los fuertes, para salvar a débiles y enviar a los fuertes a la muerte.

Piénsalo bien mientras estás a tiempo. Pero si, indiferente a la fortuna, a los placeres, a la ingratitud, si sabiendo que te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma lo bastante estoica para satisfacerse con el deber cumplido sin ilusiones; si te juzgas pagado lo bastante con la dicha de una madre, con una cara que sonríe porque ya no padece, con la paz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte; si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino, hazte médico, hijo mío".

Ética y Deontología Médica: Una aproximación histórica (III)

Documentos del siglo III A.C., recogen interesantes reflexiones acerca de la conducta y la apariencia del médico:

“El prestigio del médico exige de él que tenga buen color y un aspecto sano acorde con su propia naturaleza. Pues el común de la gente opina que los que carecen de esa condición física no pueden tratar convenientemente a los demás. En segundo lugar, que presente un aspecto aseado, vaya bien vestido y se perfume con ungüentos olorosos, con un perfume que no sea en modo alguno sospechoso. Esto, en verdad, complace mucho a los enfermos.

Por otra parte, el discreto debe atender, en el aspecto moral, a las siguientes actitudes: no sólo ser reservada, sino llevar una vida morigerada, pues ello contribuye mucho a su prestigio. Ser, además, un perfecto caballero en su comportamiento, y, por ende, mostrarse grave y afable con todo el mundo. Pues la ligereza y la precipitación, aunque a veces pueden resultar útiles, suelen provocar el menosprecio.

Debe procurar, además, tener libertad de acción, pues cuando las mismas cosas se ofrecen raramente a las mismas personas, suele producirse una reacción favorable. En lo que concierne al semblante, que su rostro muestre seriedad, aunque no un aire desabrido, pues este gesto suele interpretarse como arrogancia y descortesía. En cambio, el que es propenso a la risa y a mostrar excesiva hilaridad suele ser juzgado como un hombre vulgar.”

Y ese defecto debe evitarse al máximo. En todo trato, debe mostrarse leal, pues la lealtad puede ser un gran aliado. Es grande la intimidad entre médico y paciente; y, en efecto, éste se le confía ciegamente, en tanto que aquél tiene constante relación con mujeres y doncellas, y con objetos de mucho valor, por tanto, debe comportarse en todos estos casos con un gran control de sí mismo. Tales deben ser, en resumen, sus cualidades físicas y morales.

Ética y Deontología Médica: Una aproximación histórica (II)

Reza el Antiguo Testamento (200 A.C.), en referencia al quehacer de los médicos, los siguientes versos:

Honra al médico por cuanto tienes necesidad de él; pues a él también lo instituyó Dios. De Dios procede la habilidad del médico, y del rey recibe obsequios. La ciencia del médico le eleva, y se mantiene delante de los nobles. Dios ha sacado de la tierra los remedios y un hombre inteligente no los rechazará. ¿No se endulzaron las aguas por un madero para dar a conocer a todo hombre su potencia?

Y Él ha dado al hombre el conocimiento para que se glorifique en sus poderosas obras. Con ellas el médico aplaca el dolor; asimismo, el boticario prepara sus drogas; de suerte que la obra de É1 no termina, ni el sano vivir desaparece de la faz de la tierra. Hijo, en la enfermedad no te impacientes; pero ruega a Dios, que Él te curará. Aléjate de la falta y de la parcialidad, y de todo pecado limpia el corazón, Ofrece el incienso y la oblación con el memorial, y haz sacrificios tan pingues como lo permita tu fortuna.

Mas da también lugar al médico y no se aparte de ti, pues también él te es necesario. Hay un tiempo en que el éxito está en sus manos, pues también él rogará a Dios, para que le conceda lograr el examen del enfermo y el remedio para su restablecimiento. ¡Quien peca ante su Hacedor sea abandonado a manos de médicos!

viernes, 3 de julio de 2009

11 de Julio: Día Mundial de la Población (Una oportunidad para reflexionar)


El Día Mundial de la Población es un evento anual que se lleva a cabo el 11 de julio, que busca tomar consciencia de las temáticas globales demográficas. El evento fue establecido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el año 1989, en virtud de que alrededor de este día, dos años atrás, la población de la tTierra alcanzó los cinco mil millones de habitantes.

La población global en el 11 de julio del año 2008, en el aniversario número veinte del "día de los cinco mil millones" se estimó en 6.727.551.263. En 1968, los líderes mundiales proclamaron que los individuos tienen el derecho humano básico de determinar libre y responsablemente el número y el espaciamiento de sus hijos. Cuarenta años después, los métodos anticonceptivos modernos permanecen inasequibles para cientos de millones de mujeres, hombres y jóvenes.

El Día Mundial de la Población reafirma el derecho de la gente para planificar sus familias. Lo que impulsa actividades, eventos y difusión de información que ayuden a hacer real este derecho – principalmente para aquellos con mayor dificultad para acceder a la información y a los servicios necesarios para planificar sus familias, como la población marginal y los jóvenes.

Que la población pueda planear sus familias implica que puedan planear su vida. Pueden programar vencer a la pobreza, mejorar la salud de las madres e hijos, lograr una mayor equidad de género, planear derrotar la muerte materna y sostener a la juventud.

Más de 1.500 millones de personas tienen entre 10 y 25 años. Esta generación de adolescentes se aproxima a la adultez en un mundo que sus ancestros jamás pudieron imaginarse: Globalización, SIDA, comunicación electrónica y un cambio climático que ha modificado irrevocablemente el paisaje.

El escenario es heterogéneo, en razón de que los jóvenes comparten ideas, valores, música y símbolos a través de los medios masiva de comunicación y de la tecnología electrónica lo que ha ocasionado el surgimiento de una cultura juvenil global. Muchos están organizándose y comunicándose en vías formales e informales

Pero más de la mitad de los jóvenes vive en la pobreza con menos de dos dólares diarios. La mayoría de las veces carecen del acceso a las tecnologías y a la información. Muchos también enfrentan la desigualdad social, escuelas deficientes, discriminación de género, desempleo y sistemas de salud inadecuados.