Revisando en mis archivos, encontré el texto de un discurso que pronuncié en un foro de análisis de la situación de la salud en 1999, respecto al cual me sentí viviendo un deja vu al compararlo con la situación actual de la salud en nuestro país:
Perspectivas de la atención en salud en el siglo XXI
Nos
encontramos a las puertas de un nuevo siglo, un mundo convulsionado por la
violencia, la crisis de la familia, la descomposición social y la falta de
solidaridad, son un triste reflejo del escenario en que se representa el
espectáculo de nuestra propia destrucción, un oscuro panorama al que asistimos
como espectadores pasivos e indiferentes.
¿Qué
papel jugamos los profesionales de la salud frente al cúmulo de problemas que
se ciernen sobre nuestra sociedad?
Independiente
de la postura que decidamos asumir, sólo existen dos alternativas para elegir:
permanecer impasibles y en silencio, justificando nuestras limitaciones y
complejos en el hecho de que ya nada tiene arreglo y por lo tanto no vale la
pena luchar, o por el contrario, asumir la responsabilidad de construir nuestro
futuro, protagonizando el papel principal en este nuevo orden mundial en
gestación.
Como
responsables de la salud y en ocasiones de la vida de las personas, ejercemos
un “liderazgo natural” en la sociedad, sin embargo, los avances tecnológicos,
la celeridad de nuestro diario vivir y la predominancia de la productividad de
las empresas aseguradoras de la salud sobre la calidad de la atención, han
convertido el acto médico en un simple “intercambio comercial”, reduciendo al
máximo las posibilidades de contacto personal y llevando a los profesionales de
la salud a convertirse en intermediarios en la venta de un servicio.